lunes, 24 de marzo de 2008

Sábado 22-Domingo 23: Conclusiones, despedidas y regreso

Por la mañana temprano, tras despedirme de Friorik, al que agradeceré toda mi vida lo bien que se portó durante mi estancia, alojándome y transportándome, y al que espero con ganas en Vilnius, salí de vuelta Reykjavik en autobús. Era la misma carretera, pero me pareció igual de fascinante que la ida, mis ojos admiraban cada vista casi sin pestañear.



Las 3 horas y media que duró el viaje se pasaron voladas, y cuando me quise dar cuenta ya estaba de nuevo en la morada de Manel. Me quedaban aun unas cuantas horas hasta mi partida al día siguiente por la mañana, así que decidí echarme una siesta. Tal y como la noche anterior, estaba bastante inquieto, y no pude llegar al sueño profundo. Demasiadas emociones y nuevos estímulos, tal vez.

La noche estuvo algo más entretenida que la del miércoles. Fuimos de bar en bar, encontrándonos con diversos personajes, islandesas curiosas, exiliados islandizados, viajeros sin rumbo... cerveza tras cerveza nos dieron las 4 de la mañana: hora de partir para el aeropuerto. Aún mantenía los efectos del alcohol cuando me subí al avión rumbo a Vilnius, a casita.

En definitiva, una experiencia inolvidable, corta pero intensa, que os aconsejo de verdad probar, y que no dudo que algún día repetiré visita, eso si con más tiempo y pelas. Entre otras cosas, me quedé con las ganas de presenciar la aurora boreal, por ejemplo.

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