lunes, 24 de marzo de 2008

Miércoles 19: Piscina, cordero y marcha

Como ya he comentado, Reykjavik es una ciudad que se ve en una mañana y támpoco tiene mucho más que ofrecer al viajero, así que Manel me propuso experimentar algo único: un baño en una piscina de aguas termales al aire libre.



Que punto de sitio. Que sensación más guapa eso de meterse en una caldera con el agua a 42 graditos, para después salir al exterior y sentir el aire fresco. A Manel no le molaba mucho y preferió hacerse unos largos en la piscina. Yo por mi parte flipaba. Como digo algo único y que merece la pena probar. Aparte, el complejo también constaba de sauna. Me sentía del 10 cuando salí de allí.



Antes de ir a casa de Friorik para cenar, aun tuvimos tiempo de dar un paseo por la ciudad y pasar por un par de cosillas que me dejé el primer día: una estatua en forma de barco vikingo (que a mi me recordó más bien a una cubertería), y la casa donde Reagan y Gorbachov se reunieron en 1986, para discutir varios asuntos en torno a la Guerra Fría, todo ello situado junto al paseo marítimo.





Ya en el apartamento de Friorik, éste nos obsequió con una suculenta cena a base de chuletas de cordero y ensalada. Exquisito todo. Tras unas cervezas y algun que otro vodka, nos pusimos rumbo al centro. Ibamos ya algo entonadillos y tenía ya ganas de conocer la movida nocturna islandesa.

Por un lado, Friorik me había informado ya de que a las islandesas les iba la marcha y no tenían ningún tipo de recelo a los rollos de una noche. Por otro lado, Manel y su pesimista visión, diciendo que aquí las tías pasan de él y que no se puede comparar con Vilnius de ninguna manera.
Nos metimos en un garito bastante pijo (Manel tuvo que ir a cambiarse de ropa y todo) en el centro, que por suerte para mi tembloroso bolsillo (aquí todo esta carísimo), no costaba ni un duro entrar. Dentro ambiente pijoleto como digo, peña con chaqueta y corbata, mucha niña mona pero casi ninguna sola. Buena música, buen ambiente pero, al final acabaron imponiendose los postulados manelianos y nos fuimos de allí tal y como entramos, solos y sin apenas ocasiones de gol. Manel si que estuvo probando algún que otro tiro a puerta, y yo hice alguna que otra incursión por la banda, pero no hubo fortuna. No, Reykjavik no es Vilnius. Para colmo, tuve que intermediar un par de veces entre el capi (que ya iba bastante puesto) y algún islandés pasado de vueltas.

La guinda vino cuando salimos y Friorik fue practicamente "raptado" por unas sudamericanas que, tal y como yo intuía, ejercían el respetable oficio de la prostitución y exigían al pobre islandés pelas para comida y bebida, y sexo que no llegó a consumarse. Más que putas pues, eran unas hijas de puta. Menos mal que al final consiguió escaparse y volver a casa. Yo mientras ya me había encargado de pillar las llaves y volvía caminando a casa. Suerte que el tiempo acompañaba. Cuando llegué, Friorik ( que había conseguido entrar por la cochera) estaba ya en el Valhalla, durmiendo la mona. Suficiente por ese día, así que yo hice lo mismo.

No hay comentarios: