lunes, 24 de marzo de 2008

Jueves 20: Día desperdiciado

El plan previsto era aprovechar este día para ir a ver geysers y alguna cosilla más fuera de Reykjavik, pero entre lo tarde que nos levantamos, el resacón de Friorik y, sobre todo por las condiciones climáticas (las autoridades aconsejaban no circular ese día), el viaje se demoro un día más. Para rematar, vimos que para volver del norte hasta Reykjavik, tenía que hacerlo el sábado por la mañana, con lo que este día sería idéntico al jueves, quitando el viaje en autobús de 3 horas y media. Total, una putada, pero en fín, al mal tiempo (nunca mejor dicho) buena cara, y me fuí a echar un rato con Manel. Por el camino pude experimentar en mis carnes por primera vez el famoso viento islandés del que tanto me había advertido el capi. Como desquicia. Ya había vivido algo similar en Irlanda, pero este era algo más fuerte y frio. El paseo hasta la guesthouse se me hizo eterno. Puto coñazo, que mal rato.

Finalmente, volví a encontrarme con Manel, semblante serio, taciturno y desilusionado una vez más por no haber pillado nada la noche anterior..."esto es una ful, neen!"...me decía. De todas formas le alegró mi presencia. En su situación de soledad y aislamiento, cualquiera que viniese a hacerle una visita le iluminaría el día. Yo desde luego no podría vivir así, dependo demasiado de las relaciones sociales. Tras un buen rato de conversaciones, recordando buenos momentos, volví a casa de Friorik. Ligera cena, escueta charla, película y buenas noches, ansiando el día siguiente, en el que al fín iba a poder admirar y disfrutar de la belleza de Islandia.

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